Monseñor Eric Escala con guirnalda
La voz del Pastor, Arzobispo visita la Casa de Prabhupada.
Este pasado domingo tuve la oportunidad de visitar el templo de ISKCON en Buenos Aires, ni que decir tiene que fue una experiencia muy linda.
Había leído muchos libros de Su Divina Gracia Abhay Caranaravinda Bhaktivedanta Swami Prabhupāda “El hombre que construyó una casa en la que todos pueden vivir”.
Debo decir que es muy cierto.
Aunque éramos pocos visitantes, fuimos recibidos con todo el cariño y aprecio de la comunidad. Su Gracia Baladeva das, con quien comparto diálogos interreligiosos, nos había invitado. Venía de Mendoza a visitar a los devotos de Buenos Aires y aprovechamos para vernos.
Cuando pasé por el portón del templo me transporté a la India mística, los colores y el olor a incienso bañaban el lugar, había devotos de la conciencia de Krishna en la entrada que nos recibieron con mucha alegría… contagiaban paz.
Se escuchaban cantos y muchas voces en el aire, también pude apreciar los libros que tenían en la entrada con muchas enseñanzas, sus portadas invitaban a abrirlos.
Un devoto amablemente me llevó al templo donde después de dejar mis zapatos afuera, entramos.
Srila Prabhupada Murti, Buenos Aires, Argentina
No estaba al tanto de la presencia de Prabhupada, era una imagen (murti) que llamaba la atención… era como si el Swami fuera su cuerpo y alma; luego vi a algunos de los integrantes de ACeI (Acción Cultural e Interreligiosa) su coordinadora, Judith Juan, Esteban Tribilsi (Investigador Científico), Inderveer Kahur (Comunidad Sikh Dharma), Jorge Stein (Cienciología), y Ruben Hazan Zubi, quienes también habían sido invitado
Las canciones llamaban a la meditación pero no como estamos acostumbrados personalmente y en silencio, sino a tomar conciencia de todo lo que nos rodea, los seres vivos, las plantas y el universo en una sola conexión.
Su Gracia Baladeva das nos presentó y habló un poco en su clase sobre el diálogo interreligioso, también nos permitió hablar con los hermanos en un espíritu de aprendizaje mutuo, realmente muy acogedor.
Una cosa que me llamó la atención del templo fueron sus pinturas, sus ventanas y el altar, fue como volver a mi juventud, a mi
Años de filosofía cuando visitábamos el templo hindú, al entrar nos descalzábamos y tocábamos una campana.
Mientras te parabas en el centro del templo y saludabas a los cuatro puntos cardinales, miras hacia arriba y el nombre de dios está escrito en sánscrito, hay columnas con varias deidades pero en el altar principal está la deidad vestida de acuerdo a la ocasión, para ver el altar Me transportó a esos años.
Pude aprender una hermosa oración que habla de respeto y amor por el otro, un hermano de otra casa religiosa.
“Aquí se adora a mi adorable Entidad Suprema, (Dios de una manera diferente a como yo adoro). Debido a que practico de manera tan diferente, no puedo entender completamente el sistema que siguen, pero verlo me hace sentir aún más apegado a mi propio sistema. Me inclino y me postro ante el símbolo de él como ahora lo veo en este lugar, y ofrezco mi oración al Señor, quien ha adoptado este símbolo distintivo, pidiéndole que aumente mi amor por él”.
Después de la clase por fin pude abrazar a mi hermano con quien charlo todas las semanas y quien me da sus consejos, también pudimos vivir la experiencia que tienen los devotos después de la clase, dividen el templo en dos, hombres y mujeres bailan por separado mientras cantan “Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare”.
Mientras bailaban y cantaban, el ambiente se llenaba de un espíritu festivo, recordándome la danza que realizan los catecúmenos después del servicio o las danzas de algunas comunidades judías en momentos especiales.
Después de esto bajamos donde nos esperaba la mesa y el prasadam (comida espiritualizada) (me olvidé de llevar el tupper para traer más prasadam a mi casa), mientras charlábamos pudimos disfrutar de la comida, en la que la misericordia de Dios se manifiesta, para nuestra teología la misericordia es el amor de Dios que va más allá de la razón del hombre, que mejor manera de simplificar esto que a través de la comida, muy rica… la última vez que comí prasadam fue en el templo de Bogotá cuando era teólogo alumno y yo tuvimos un maestro adelantado a su tiempo que nos enseñaba religiones comparadas, él decía “no se puede hablar de lo que no se sabe…”, por lo que nos enviaba a visitar diferentes religiones, en esos años interreligiosos el diálogo era impensable.
Lo más triste de todo fue la despedida, realmente cuando Prabhupada pensó en construir un hogar para todos, tenía razón, la experiencia te invitaba a quedarte; Nos despedimos muy contentos y con ganas de volver.
El lunes cuando desperté aún tenía en mi mente esa experiencia y cuando recuerdo sentí los olores, sabores y calor de los devotos.
Muchos detalles de la experiencia tengo reservados en mi mente y corazón ya que son tan especiales que quiero atesorarlos de una manera muy especial.
Agradezco a mi hermano Su Gracia Baladeva das por su amistad y su invitación a compartir con los hermanos de Conciencia de Krishna en Buenos Aires, esta experiencia tan enriquecedora para mí y todos los hermanos que pudieron estar presentes.
Muchas bendiciones y gracias de nuevo.
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